Durante años, esto habría causado ira y alboroto en Brasil. Pero finalmente termina sin fanfarrias. El miércoles 3 de febrero, el Poder Judicial brasileño puso fin oficialmente a la famosa campaña anticorrupción «Lava Jado» («Lavandería Express»). Todo en una indiferencia casi generalizada.
« los «Grupo de trabajo« La presencia de Paraná se detuvo «, Divide al fiscal federal en un comunicado y anuncia con frialdad la destitución del principal grupo de trabajo de la operación, que tiene su sede en Gurdiba, la capital (sur) de Paraná. Los nueve abogados que crearon esto ahora serán reasignados a otras tareas dentro de una organización que lucha contra el crimen organizado conocida como «Keiko». Cinco seguirán los archivos actuales durante más tiempo.
Nadie vino a llorar por este funeral de segunda clase. Aún así, este es el lado más pesado de Brasil. Durante siete años, el país ha estado a la altura del proceso de “Lava Jado”. Lanzado en 2014 con el registro casual de una gasolinera, habría descubierto un vasto sistema de soborno a nivel mundial, nada menos que el del grupo petrolero público Petropras y BTP OAS o los héroes de Odebrecht.
Apoyo emocional y rechazos viscerales
Al final de este horrible juicio, 533 políticos o líderes empresariales de alto nivel serán procesados y 174 serán encarcelados, las sentencias más impunes en la historia de Brasil. A su vez, Lava Jato habría provocado la destitución de la líder de izquierda Dilma Rousseff en 2016, allanando en gran medida el camino para que Jair Bolzano llegara al poder.
Es difícil formarse una opinión definitiva sobre Lava Jato porque ha acumulado corrupción y polémica, provocando apoyos emocionales como el rechazo de órganos. Sin embargo, el movimiento ha perdido su magnetismo. En apuros: los métodos «vaqueros» de los abogados de Guerrero y especialmente del expresidente Luis Inácio Lula da Silva (2003-2011) fue encarcelado durante 580 días, desde abril de 2018 hasta noviembre de 2019.
En 2019, la plataforma de información Interceptación Lava revela así los mensajes de compromiso intercambiados entre los abogados de Jato y el juez Sergio Moro, quien condenó a Lula a prisión. Esto último significa la existencia de un plan de coalición destinado a bloquear el camino al poder para el popular líder de izquierda, que ganó la carrera presidencial de 2018 contra Jair Bolzano.
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