Foto publicada por la Universidad de Stanford el 3 de noviembre de 2021 para ilustrar el estudio de la alimentación de las ballenas Elliot Hesson.
Según un estudio publicado el miércoles, la turbulencia de las ballenas es tres veces mayor de lo esperado, lo que subraya el papel vital de estos animales en los ecosistemas marinos que han sido destruidos por la caza furtiva.
Las ballenas jorobadas, las ballenas azules, el animal vivo más grande de nuestro planeta, y otras especies filtran el agua de mar a través de sus pacas para alimentarse de la parrilla y de las pequeñas presas.
El estudio, publicado el miércoles en Nature, rastrea a 321 ballenas y rastrea sus hábitos alimenticios. Resulta que una ballena azul come unas 16 toneladas de parrilla al día, sabiendo que no se alimentan todos los días.
«Es un animal del tamaño de un avión que puede absorber el tamaño de una piscina en cuestión de segundos», subraya el autor del estudio, Matthew Savoka. “Imagínese comer tres maratones tanto como sea posible y hacerlo durante la mayor parte del verano”, dijo a la AFP. «Es realmente una locura».
Basado en una estimación diaria de siete especies alrededor de la Antártida, el estudio estima que la cantidad de ballenas consumía hasta 430 millones de toneladas o más por año antes de ser exterminadas por la caza furtiva.
La parrilla es especialmente rica en hierro. Una vez digerido por las ballenas y liberado en forma de gotitas, proporciona nutrientes esenciales a otros ecosistemas, especialmente al fitoplancton.
Este plancton vegetal actúa como alimento para muchos organismos en los océanos, proporcionando una porción significativa del oxígeno que respiramos y almacenando carbono.
“Los nutrientes necesarios para el fitoplancton están en la parrilla y los intestinos de las ballenas liberan hierro”, dice Matthew Savoka, investigador de la American Stanford University.
Esto puede explicar la disminución de la población de parrilla, que no prosperó cuando las ballenas se extinguieron. Aproximadamente 1,5 millones de ballenas fueron cazadas en el océano austral en el siglo XX. “En cuanto a las ballenas azules, eran más del 99% de su población”, dice Matthew Savoka.
Esta reestructuración de la población, que todavía se practica en algunos países hoy debido al cambio climático, colisiones con barcos, redes de pesca y caza furtiva, permitirá restaurar un buen círculo para todo el ecosistema marino.
“No solo habrá más parrillas, sino más pescado y un ecosistema más saludable”, dice el investigador.
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